Mi verdadera historia empieza en 2012, cuando fui diagnosticada de endometriosis de mi ovario izquierdo. Por suerte, fui un diagnóstico precoz y no tuve mucha sintomatología. Sin embargo, tuve un gran problema: el único tratamiento que me ofrecían eran las pastillas anticonceptivas.
Desde muy joven he sido muy fan de la comida saludable y el deporte en la naturaleza. Y por supuesto, el diagnóstico no entraba en mis planes de salud y hormonal.
Como buena inconformista que soy, empecé a investigar otros tratamientos. Por mi sorpresa, descubrí el mundo de la nutrición evolutiva a través de la Dieta Paleo y su entrenamiento funcional.
A los meses, los síntomas asociados a la endometriosis que había interiorizado como normales empezaron a regularse ya no sabía lo que era despertarme arrastrándome de cansancio, el estreñimiento, la anemia ferropénica mes sí, mes también, la fatiga, el frío… A parte de la desinflamación de tejidos y la pérdida de peso que ya pensaba que nunca más conseguiría. De todos los cambios, el qué más me sorprendió y a día de hoy como mamá evolutiva agradezco es despertarme por las mañanas con una energía espectacular.
Durante la misma época, también fui tía de mi primer sobrino ¡Qué emoción! Sin embargo, para mi hermana la experiencia del parto fue muy dura por sus complicaciones despertando en mi otro encontronazo con lo que era normal en el mundo de la uroginecología y la obstetricia. Como buena comprometida con mi profesión, decidí acompañar, asesorar y preparar a futuras mamás.